En un futuro distópico, donde la humanidad se encuentra en decadencia y los androides dominan la sociedad, Deviant Harris, el último detective humano, se enfrenta a una investigación que pondrá a prueba todo en lo que cree.
Le han encargado resolver el asesinato de un líder androide en un imponente edificio autosuficiente, un caso que podría cambiar el rumbo de la historia de llegar hacerse público. Sin embargo, no todo es lo que parece y alguien está decidido a sabotear sus esfuerzos.
Mientras tanto, la nueva droga Barbarian se propaga por la ciudad como un incendio, exacerbando los miedos y la desconfianza hacia los androides.
¿Será capaz de descubrir la verdad detrás del asesinato y detener a los responsables antes de que sea demasiado tarde?
DESTELLO FINAL, una aventura llena de giros y sorpresas te espera en esta sociedad dividida, donde la vida humana vale poco y la justicia es un concepto cada vez más ambiguo.
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Hubo una ocasión, tan alejada de mí en el tiempo que en ocasiones dudo en si ocurrió en realidad, que disfrutaba de los amaneceres almorzando cerca del espigón del puerto deportivo. Recuerdo el aroma a sal, roca y espuma y el anaranjado disco solar emergiendo lento en el horizonte. ¡Esos rosas y añiles!, profundos y efímeros a un tiempo… aguardando ver un rayo verde que nunca llegó.
Sigo almorzando en el mismo lugar, tan solo por un ejercicio de tozudez y anacronía del que Pam se burla siempre que tiene oportunidad. La terraza de aquel restaurante costero ha sido sustituida por un puesto callejero de comida japonesa, una imitación aceptable de los originales yatai del periodo Meiji, y el espigón desapareció debajo del asfalto y los edificios conforme la ciudad le ganaba terreno al mar.
Un mar que ahora queda muy lejos de este lugar. Pero yo sigo empecinado en mantener mi rutina pase lo que pase. El cielo apenas si se ve desde aquí pero aún puedo sentir el sol alzándose al otro lado de los rascacielos, renovándonos a mí y a mi propósito.
Por eso me dio tanto por saco que un petimetre emperifollado al estilo de la moda de vanguardia androide se sentara a mi lado y metiera mano a mi plato, llevándose a la boca la cola de gamba rebozada que reservaba para el final.
—No está mal —dice entrecerrando los ojos.
Lo normal en estas circunstancias hubiera sido arrancarle el hígado y servírselo crudo en el plato, pero lo inusual de su presencia en aquella parte de la ciudad refrenó mis impulsos asesinos.
Bueno, un poco.
—¡Ah, hijo de puta! —aúlla el tipo cuando le clavo los palillos en el dorso de la mano—. ¿Por una gamba?
—No, por la mala educación —respondo con cierta satisfacción al oírle gritar—. ¿Sigues manteniéndote básicamente humano siendo un chupa cables? Eso sí que es novedad para una mascota de la Supremacía.
—¿Es un tradicionalista antisintéticos? —Me pregunta mientras usa un pulverizador cauterizante en la mano herida. Uno de los caros—. Su ficha no indicaba semejante sesgo de conducta.
Observo con cierta fascinación morbosa cómo la herida se cierra con la ayuda de los nanobots de vida limitada que la solución rociada contenía y después alzo mi mirada hacia él. Aparenta veintipocos, ojos azules y tiene el cabello rubio platino, casi blanco. Reconozco sus rasgos, más allá del maquillaje y la edad, y mi curiosidad asciende varios enteros.
—¿Mi ficha? —interrogo al tiempo que abro mi abrigo y dejo a la vista la funda sobaquera de mi arma. Me complace el instante de pánico que revelan sus ojos humanos, pero es la curiosidad que predomina en ellos lo que exacerba la mía propia.
«¿Quién coño es este chaval?»
—Digamos que no me gustan las oligarquías, sean del género que sean —Opto por contestarle—. ¿Eres un clon?, ¿o un friki con dinero? ¿Tienes amo?
—¿Por qué?, ¿mi rostro le resulta familiar? —Me pregunta a su vez. Se ha puesto tenso y alerta de repente, el tema le interesa—. Y no tengo amo, pero trabajo para un A-VIP.
«Esto se está poniendo interesante por momentos», pienso al ver su lenguaje corporal. Enfadado, confundido, curioso… demasiadas emociones y matices a un tiempo como para no ser cien por cien humano. Y si es una simulación IA es la polla y el creador de la matriz un jodido genio.
—Sirves a la Supremacía pues. Lo que había dicho —suspiro pretendiendo mostrarme aburrido y desinteresado—. Tienes un minuto para decirme qué quieres o te causaré daños físicos graves—amenazo con mi mejor sonrisa a lo Clint Eastwood—. Te recompondrán, pero te va a doler de la ostia entretanto.
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